Los incas se expresaban en lengua quechua, un idioma que por
cierto pervive hoy en día y es ampliamente usado en diversas regiones de
América Latina. Sin embargo, no tenían costumbre de poner por escrito sus
leyendas y tradiciones. La única forma de escritura que se les conoce es
la de los quipus, compuesta por unos hilos de diferentes colores que anudándose
en formas distintas les servía como materia escritora. Los quipus eran muy
útiles, en efecto, para mantener los registros y la contabilidad del estado,
pero no eran desde luego idóneos para escribir literatura.
De este modo, la literatura de los incas (o “literatura incaica”)
se componía exclusivamente de testimonios orales. Cómo funcionaba, qué temas
trataban, qué historias contaba y qué autores destacaron son preguntas que sólo
pueden obtener respuestas parciales y especulativas. Si bien los cronistas
españoles transcribieron algunos ejemplos, y otros se perviven aún gracias a la
tradición oral, resultan muy poco numerosos y tal vez no sean lo
suficientemente significativos como para abordar un estudio sistemático que
mejore nuestro conocimiento de la literatura incaica. Sabemos, en cualquier
caso, que la literatura de los incas era mayormente poética, y se mantenía
centrada en temas directamente relacionados con la naturaleza, como las plantas,
las flores y los animales. Los investigadores asocian esta tendencia a la
naturaleza fundamentalmente agrícola de su civilización.
La música y la danza, al parecer, eran parte misma de la experiencia
literaria, y componían juntas parte integrante de la representación. Se
conocen al menos varios tipos de poesías, que son:
Sobre la autoría, se saben pocas cosas. Los incas contaban con autores
oficiales residentes en la corte y llamados amautas, así como con poetas
populares que tal vez “recitaran” en las calles y que recibían el nombre de
haravec.
No hay comentarios:
Publicar un comentario